Siempre
te llevaré en mi corazón, hermano Pedro Calderón (Pilongo)
Jamás mi ser aceptará tu
partida, y más cuando no hay palabras al conocer el designio divino. Hoy, la
terrible injusticia que vivo me aleja de compartir el sufrimiento de hombre. No
me permite darte el último abrazo y decirte que seré siempre un testigo
elocuente de tu don de gente, de tu gran corazón, pero sobre todo de tu amor
por el próximo que siempre inspiró tu existencia.
Este exilio inhumano nos robó
MAS de cinco años de vida, y me prohíbe acompañar a tu familia. Pues nunca tuve
el valor de decirte que eras mi confidente, eras la persona en donde yo
depositaba todos mis secretos, mis amarguras y compartía con orgullo todos mis éxitos.
La vida nos quedó corta y nuestra amistad se fundió como el acero, transformándote
en el hermano que la existencia me reservó.
En mis rezos te iré contando
todos nuestros pendientes. Ese momento lo iré atesorando en cada día, pues
cuando llegue la noche con su silencio, me deslizaré entre mis pensamientos
para verte y como siempre darte un abrazo, para luego entregarnos a nuestras
tertulias interminables, donde nunca hubo un solo comentario para los malos
sentimientos, peor para la política.
Sí Pedro, los hombres como
vos no necesitan que nadie los justifique. Tus hechos han dado por conocer tu vida
terrenal, dando comienzo a tu infinito camino de la eternidad. Dejándonos tu
humildad a toda prueba, tu arrojo por tus ideas, practicando una solidaridad
sin cálculos y el Padre que entrega todo.
Le pido a Dios le otorgue resignación
y paz a todos tus seres queridos. Que hoy brille fuerte el sol y el recorrido a
tu última morada esté adornado de lindas flores. Que las lagrimas no
solo expresen dolor sino también orgullo e inspiración. Pues hoy partió un
camba, sin ambages, integro y de frente.
Que repiquen las campanas y
canten los ángeles. Que el lucero del alba se asome con anhelo para ver al
Venus despegar. Que un nuevo ciudadano al otro cielo, acaba de llegar!!!
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