domingo, 29 de julio de 2012

Un hombre crece bajo la yerba


CARLOS ALBERTO MONTANER: Un hombre crece bajo la yerba



José Martí advertía que hay hombres que “crecen bajo la yerba”. Tras la partida definitiva, se multiplica su influencia. Le sucedió al propio Martí. En 1895, cuando lo matan en combate, era prácticamente desconocido por los cubanos dentro de la Isla. Casi toda su vida adulta había transcurrido en el exilio. Tras su muerte, se convirtió en un gigante.
Parece que ése será el caso del líder democristiano Oswaldo Payá. Su figura y su mensaje se intensifican con cada día que pasa. Al menos, es lo que se deduce de lo que está ocurriendo en torno a su muerte violenta, acaecida en un oscuro accidente de tránsito sucedido a 800 kilómetros de La Habana en el que también perdió la vida Harold Cepero, un miembro importante del Movimiento Cristiano de Liberación que fundara Payá. Junto a ellos, en el mismo auto, viajaban dos dirigentes juveniles europeos de la misma familia ideológica, Ángel Carromero, español, y Jeans Aron Modig, sueco. Afortunadamente, sólo sufrieron heridas leves.
El papa le envió a la familia de Payá un sentido telegrama de pésame. También lo hicieron otros gobernantes latinoamericanos. El presidente Obama, además de ofrecer condolencias, se comprometió a continuar presionando a la dictadura cubana en defensa de los Derechos Humanos. El ex embajador norteamericano Hans Hertel, muy conmovido, reunió a sus amigos para explicar quién era Oswaldo Payá, cómo lo había conocido y por qué, deslumbrado por su decencia y honorabilidad, había congregado en su embajada en Santo Domingo a medio gobierno y al cuerpo diplomático para que escucharan a aquel cubano excepcional.
El candidato Mitt Romney y el senador Marco Rubio pidieron una investigación transparente. ¿Por qué la dictadura no permite que los supervivientes se reúnan a solas con Ofelia Acevedo, la viuda de Payá, para que le cuenten exactamente lo ocurrido? ¿Era cierto que los seguía y acosaba un vehículo de la Seguridad del Estado semejante al que en junio pasado había provocado que se volcara la camioneta en la que viajaban Payá y su esposa? Hay múltiples razones para sospechar de un Estado que oculta sus crímenes, como sucedió con el hundimiento ex profeso del remolcador “13 de Marzo”, donde murieron decenas de exiliados, y entre ellos numerosos niños.
Es posible que los Castro, corazón adentro, celebren la muerte de Payá, el demócrata de más peso, originalidad y tesón de la oposición cubana, pero se equivocan. Al margen de la lluvia de condenas que ha caído sobre el régimen, ya se ha producido un primer fenómeno muy importante: como explicó un importante líder laico, Dagoberto Valdés, la Iglesia Católica ha cerrado filas en torno a la figura de Payá, cristiano fervoroso, y hasta el cardenal Jaime Ortega, notable por su frigidez política, y empeñado en mantener a la Iglesia al margen de la lucha por la libertad –tarea en la que no coincide con otros obispos, sacerdotes y numerosos laicos–, basado en unas palabras de Benedicto XVI le ha pedido a la sociedad civil que salga a defender los ideales democráticos.

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