LA
DICTADURA DEL NARCOTRÁFICO EN
BOLIVIA
La opinión pública brasilera
ha quedado estupefacta, al ver las imágenes de horror y locura. Cuerpos calcinados
por la sed de venganza, y criminales mimetizados en la inseguridad de un
efectivo policial inexistente. Sí, dos ciudadanos brasileros han sido quemados
vivos en la población de San Matías; después de ser detenidos por la policía, acusados
de haber asesinado a tres bolivianos y dejado heridos a otros tantos.
No es la primera vez que se
aplica la hoy llamada "justicia comunitaria", impuesta con sangre por
los movimientos sociales afines al gobierno, y otros grupos organizados del
crimen. A nombre de autoridades indígenas, han victimado a los mismos policías
y otro centenar de personas, quedando todo en la impunidad a través de acuerdos
que firma el gobierno y que instrumenta la misma Fiscalía. Pero son las
primeras personas extranjeras que sufren en carne propia esta ejecución
extrajudicial, vivo retrato de las MAS sangrientas dictaduras.
Los mas de 3.000 kilómetros
de fronteras entre ambos países, se han venido convirtiendo en tierra de nadie, donde la vida no vale
nada, donde el narcotráfico reina y el delito gobierna. San Matías, población
boliviana de 15.000 habitantes, ubicada en el pantanal boliviano justo al medio
de esta amplia frontera.
San Matías, población fronteriza con el Brasil
Como toda frontera, la inseguridad
nunca fue ajena a la vida campestre de la mayoría de sus habitantes, cuya
principal actividad es la ganadería y unos pocos al comercio. Desde que Evo asumió
el poder, son testigos de la llegada de miles de comerciantes del Chapare, que
han echado raíces y en menos que cante un gallo han florecido económicamente. Construyendo
sus típicas edificaciones de tres pisos, a medio construir y el ladrillo visto,
su marca. En la planta baja una suerte de micro mercado que tienen desde
agujas, hasta equipos de línea blanca. En el segundo piso viven con sus familias;
y el tercero es normalmente alquilado. La clásica forma del blanqueo de dinero,
que les produce el tráfico hormiga de drogas. Hoy, complementado con las
compras de tierras, ganado y vehículos chutos (sin papeles).
La falta de oportunidades y
el abandono permanente de estas poblaciones, son tierra fértil para que se conformen
verdaderas bandas de delincuentes, cuyo principal delito es el narcotráfico, en
sus varias formas conexas. Tráfico, cristalización, volteos, siempre llevan al
asesinato y verdaderas masacres. Generando vendettas entre familias y bandas,
que mayormente están compuestas por personas de la misma nacionalidad.
El volteo, como se conoce en
la jerga del narcotráfico, son las diferentes formas de arrebatarle con
violencia la droga a los traficantes. Comúnmente conocido como nido de piyo (avestruz),
al que trafica los ladrillos de pasta base de cocaína, son el blanco permanente
de estas bandas, usando información de las mismas mulas, o realizando
verdaderos patrullajes en sendas solo recorridas por personas dedicadas a esta ilícita
actividad. Organizando compras falsas y sorprendiendo in fraganti en plena
compraventa, estos crecientes delincuentes se hacen de la droga, después de asesinar
a todos.
Mientras el narcotráfico ha
crecido de forma exponencial, la presencia policial y el desmantelamiento de
las unidades especializadas en lucha contra el tráfico languidecen, sin medios
y recursos, son permanentemente superados. En muchos de los casos sometidos por
el ilimitado poder económico del delito, en otros casos son amedrentados. El
desprestigio se agiganta, y los que se suman a esta terrible actividad se
multiplican. El dinero "fácil" y la ausencia de la ley en estas poblaciones
fronterizas, en la mayoría de los casos, las pocas autoridades públicas son también
parte fundamental del delito.
El imparable narcotráfico
entre Bolivia y Brasil, hoy muestra su infernal cara de muerte y dolor. Ayer
con el robo de vehículos y su trueque por droga, generando una corrupción incontrolable.
Las denuncias irrefutables de la Revista Veja, con sus contundentes estadísticas,
que el 92% de la producción de droga boliviana, es el que provee el 30% de la cocaína
al vecino país. Todo lo señalado ha llevado a Brasil al despliegue de 9.000 efectivos
militares, para enfrentar la droga boliviana en toda la frontera.
Mientras en el Brasil, se
han dado todos los pasos para enfrentar a este temible enemigo que es el narcotráfico,
en Bolivia la opinión pública tiene una versión distinta. El gobierno está
enfrascado en terminar de construir una carretera por medio del Tipnis, lo que
provocará un aumento exponencial de la hoja de coca, materia prima del
narcotráfico. Lo que ha llamado poderosamente la atención, es que los fondos para
la construcción de esa carretera han sido otorgados por bancos brasileros y
ejecutados por empresas constructoras del mismo país, durante el gobierno del ex
presidente Lula, con el pretexto de mejorar las condiciones de vida de los indígenas.
Los supuestos beneficiarios
han sido los que se han opuesto a través de dos contundentes marchas,
recibiendo un aplastante apoyo de la ciudadanía en general. Evo ha recurrido al
engaño, a la mentira, a la represión, últimamente a su viejo amigo el cohecho,
pero no ha logrado atropellar las legítimas reivindicaciones indígenas. Hoy
apuesta por el montaje judicial y la inmediata reclusión, para acallar las
voces de protestas que resuenan en lo MAS profundo del bosque boliviano.
Ya nadie
duda que busca la masificación de la coca, la incorporación de miles de
bolivianos a esta delictiva actividad y con ello, la perpetuación del narcotráfico
en uno de los últimos territorios indígenas y parque nacional amazónico del
mundo.
GUIDO
NAYAR PARADA
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