de huanchaca a las cruces
Noel Kempff Mercado Álvaro Escalante Soliz.
¿Por
qué solo la muerte logra movilizar el ser y el deber de una sociedad?
Recuerdo como si fuera ayer el recorrido de la marcha, su silencio acusador, el
contundente rechazo al delito y a los delincuentes, su dolor intransigente y su
compromiso inquebrantable. Era solo un dirigente universitario que encendido
por el dolor, la injusticia y la impotencia, acompañábamos a cientos de
personas, que no decían nada, pero expresaban toda la indignación de un pueblo.
La muerte esta vez había
logrado, lo que nadie hubiera provocado en las conciencia de cientos de
bolivianos, pero en especial de los cruceños. Han transcurrido 27 años del
horrendo crimen en las serranías de Huanchaca. La despiadada mano del
narcotráfico, cegó las vidas de Noel Kempff
Mercado, de su piloto Juan Cochamanidis y su guía Franklin Parada. Hay noches
que retumba en mi memoria el repiquetear de las campañas, el eco de las
palabras de los diferentes oradores y la decisión que habíamos tomado en
nuestras conciencias, respecto a qué debíamos hacer con el narcotráfico, pero
sobre todo con los narcotraficantes.
Sí, nuestra ciudad, nuestras
vidas fueron secuestradas de alguna forma por los narcos de la época. El sicariato
había impuesto su sello indeleble de muerte. El dinero había corrompido tanto
el ámbito público, como privado. Fue tal su poder, como su impunidad. Llego a
ser un modelo de muchos y otros los creyeron redentores. Con los bienes
materiales fueron sencillamente ignorantes, no tuvieron limites y su sobervia
los llevo a su fin. Hicieron gala de todo y MAS.
Qué triste que la muerte de
quien daba vida, color, perfume y naturaleza a una ciudad haya tenido que ser
sacrificado por un delito, que gozó por un buen tiempo de la reverencia, apoyo
y complicidad del poder de turno. Las justificaciones MAS absurdas fueron
esgrimidas, las orgías, fiestas y despilfarro para adular la megalomanía de los
capos, jefes mafiosos y sus cómplices.
Pero como no hay mal que
dure cien años, la muerte de Don Noel fue un punto final en la conciencia de
todos los que hemos creído en la democracia, la ley y el trabajo para alcanzar
nuestros sueños y cumplir nuestras vidas.
Solo en tiempo con sus
misterios y la vida con su inapelables sentencias, nos enseña que no podemos ni
debemos alabar becerros de oro, que todo es efímero, que lo malo dura muy poco
y siempre termina mal.
Las cruces, una apacible
comunidad al otro lado de Piraí, fue el lugar del más cobarde asesinato. Esta
vez un joven, cubierto de sueños e ilusiones, fue el señalado por el destino. La
mano ensangrentada del sicario, embriagado de sobervia y repleto de cobardía,
le arrebataba su irremplazable existencia. En su abandonada agonía, se ha debido
preguntar por qué a mí. Solo los indescifrables misterios de la vida y el
devenir de los hechos, nos permitirán conocer que hay sacrificios que sí valen
la pena. Qué todo tiene un propósito y que nuestro dolor e incomprensión ante
la fatalidad, encuentre resignación y paz.
No los conocí, ni al
profesor Noel Kempff Mercado, ni al joven Álvaro Escalante Soliz. Pido al
creedor por sus almas, otorgándoles fortaleza y resignación a sus familiares.
Es así, tan frio el destino
y tan humano el mensaje ¿Por qué no fueron otros y no ellos? Solo me encomiendo
al creador y creo que todo siempre tiene un tiempo y creo que todavía las
personas seguimos teniendo la oportunidad de escoger nuestros caminos.
Espero que el sacudón que
hoy declara Carlos Dabdoub Arrien, se dio con la muerte de Noel, se produzca
con mayor intensidad en nuestro pueblo y que sus ondas expansivas llegue a los
más recónditos pares de nuestro territorio nacional. Recuerdo como su fuera
ayer, la locución de Carlos, en su condición de presidente del Comité, yo me
encontraba parado en la acera de la casa del Dr. Melchor Pinto, de donde seguí
el desarrollo del acto y la posterior desconcentración.
Fue un precio demasiado caro
librarnos por años de narcotraficantes, los que fueron expulsados de nuestros círculos
y condenados por su delincuencial actividad. Fue un verdadero acto de
liberación, convirtiéndose en el tiempo en purga social. Recuperando la mística
del hombre de la llanura y su dignidad de boliviano de bien.
Hoy entre el dolor y el
cielo, el camino de purificación ha vuelto a brillar. Nada va a cambiar si no
recuperamos la iniciativa. Todo puede mejorar si los buenos, que somos la
mayoría, nos unimos. Nunca habrá fuerza humana que derrote al bien. Una nueva actitud
nos conducirá por el camino, pues el presente es nuestro y el futuro nadie
tiene derecho a arrebatárnoslo. Claro que todos sabemos que nuestros
gobernantes nacionales, departamentales y municipales van decir que nos
acompañan y que son los más interesados en el proceso cambio.
El tiempo ha llegado, nuestro
rumbo nunca ha estado tan bien señalizado. El palpitar de nuestros corazones es
una brújula infalible. Nuestra condena al delito resonará como mil caños. Se
agotó el tiempo de la indiferencia y se archivará las cadenas de miedo. No MAS
silencio.
La democracia se la defiende
cada día. Los derechos son para ejercerlos. El delito solo existe en el pueblo
que lo permite. Las autoridades están para servir a los ciudadanos. A nadie se
felicita por cumplir con sus obligaciones. Sin narcotráfico nacimos los bolivianos
y sin el debemos morir. Somos un pueblo de gente trabajadora y la esclavitud en
un chaleco que siempre nos quedó mal.
Marchemos contra la
violencia. Marchemos contra el narcotráfico. Marchemos contra la inseguridad.
Marchemos contra el secuestro. Marchemos contra la corrupción. Marchemos por la
vida y sigamos marchando.
Hoy la historia nos convoca
a marchar en honor de Noel Kempff y por los sueños Álvaro Escalante. Juro por
Dios, juro por mis padres y juro por mi honor que no descansaré mientras viva
hasta que haya liberado a mi Patria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario