viernes, 11 de octubre de 2013

De Huanchaca a Las Cruces

de huanchaca a las cruces

Noel Kempff Mercado                  Álvaro Escalante Soliz.

¿Por qué solo la muerte logra movilizar el ser y el deber de una sociedad? Recuerdo como si fuera ayer el recorrido de la marcha, su silencio acusador, el contundente rechazo al delito y a los delincuentes, su dolor intransigente y su compromiso inquebrantable. Era solo un dirigente universitario que encendido por el dolor, la injusticia y la impotencia, acompañábamos a cientos de personas, que no decían nada, pero expresaban toda la indignación de un pueblo.
La muerte esta vez había logrado, lo que nadie hubiera provocado en las conciencia de cientos de bolivianos, pero en especial de los cruceños. Han transcurrido 27 años del horrendo crimen en las serranías de Huanchaca. La despiadada mano del narcotráfico, cegó las vidas de  Noel Kempff Mercado, de su piloto Juan Cochamanidis y su guía Franklin Parada. Hay noches que retumba en mi memoria el repiquetear de las campañas, el eco de las palabras de los diferentes oradores y la decisión que habíamos tomado en nuestras conciencias, respecto a qué debíamos hacer con el narcotráfico, pero sobre todo con los narcotraficantes.
Sí, nuestra ciudad, nuestras vidas fueron secuestradas de alguna forma por los narcos de la época. El sicariato había impuesto su sello indeleble de muerte. El dinero había corrompido tanto el ámbito público, como privado. Fue tal su poder, como su impunidad. Llego a ser un modelo de muchos y otros los creyeron redentores. Con los bienes materiales fueron sencillamente ignorantes, no tuvieron limites y su sobervia los llevo a su fin. Hicieron gala de todo y MAS.
Qué triste que la muerte de quien daba vida, color, perfume y naturaleza a una ciudad haya tenido que ser sacrificado por un delito, que gozó por un buen tiempo de la reverencia, apoyo y complicidad del poder de turno. Las justificaciones MAS absurdas fueron esgrimidas, las orgías, fiestas y despilfarro para adular la megalomanía de los capos, jefes mafiosos y sus cómplices.
Pero como no hay mal que dure cien años, la muerte de Don Noel fue un punto final en la conciencia de todos los que hemos creído en la democracia, la ley y el trabajo para alcanzar nuestros sueños y cumplir nuestras vidas.
Solo en tiempo con sus misterios y la vida con su inapelables sentencias, nos enseña que no podemos ni debemos alabar becerros de oro, que todo es efímero, que lo malo dura muy poco y siempre termina mal.
Las cruces, una apacible comunidad al otro lado de Piraí, fue el lugar del más cobarde asesinato. Esta vez un joven, cubierto de sueños e ilusiones, fue el señalado por el destino. La mano ensangrentada del sicario, embriagado de sobervia y repleto de cobardía, le arrebataba su irremplazable existencia. En su abandonada agonía, se ha debido preguntar por qué a mí. Solo los indescifrables misterios de la vida y el devenir de los hechos, nos permitirán conocer que hay sacrificios que sí valen la pena. Qué todo tiene un propósito y que nuestro dolor e incomprensión ante la fatalidad, encuentre resignación y paz.
No los conocí, ni al profesor Noel Kempff Mercado, ni al joven Álvaro Escalante Soliz. Pido al creedor por sus almas, otorgándoles fortaleza y resignación a sus familiares.
Es así, tan frio el destino y tan humano el mensaje ¿Por qué no fueron otros y no ellos? Solo me encomiendo al creador y creo que todo siempre tiene un tiempo y creo que todavía las personas seguimos teniendo la oportunidad de escoger nuestros caminos.
Espero que el sacudón que hoy declara Carlos Dabdoub Arrien, se dio con la muerte de Noel, se produzca con mayor intensidad en nuestro pueblo y que sus ondas expansivas llegue a los más recónditos pares de nuestro territorio nacional. Recuerdo como su fuera ayer, la locución de Carlos, en su condición de presidente del Comité, yo me encontraba parado en la acera de la casa del Dr. Melchor Pinto, de donde seguí el desarrollo del acto y la posterior desconcentración.  
Fue un precio demasiado caro librarnos por años de narcotraficantes, los que fueron expulsados de nuestros círculos y condenados por su delincuencial actividad. Fue un verdadero acto de liberación, convirtiéndose en el tiempo en purga social. Recuperando la mística del hombre de la llanura y su dignidad de boliviano de bien.
Hoy entre el dolor y el cielo, el camino de purificación ha vuelto a brillar. Nada va a cambiar si no recuperamos la iniciativa. Todo puede mejorar si los buenos, que somos la mayoría, nos unimos. Nunca habrá fuerza humana que derrote al bien. Una nueva actitud nos conducirá por el camino, pues el presente es nuestro y el futuro nadie tiene derecho a arrebatárnoslo. Claro que todos sabemos que nuestros gobernantes nacionales, departamentales y municipales van decir que nos acompañan y que son los más interesados en el proceso cambio.
El tiempo ha llegado, nuestro rumbo nunca ha estado tan bien señalizado. El palpitar de nuestros corazones es una brújula infalible. Nuestra condena al delito resonará como mil caños. Se agotó el tiempo de la indiferencia y se archivará las cadenas de miedo. No MAS silencio.
La democracia se la defiende cada día. Los derechos son para ejercerlos. El delito solo existe en el pueblo que lo permite. Las autoridades están para servir a los ciudadanos. A nadie se felicita por cumplir con sus obligaciones. Sin narcotráfico nacimos los bolivianos y sin el debemos morir. Somos un pueblo de gente trabajadora y la esclavitud en un chaleco que siempre nos quedó mal.
Marchemos contra la violencia. Marchemos contra el narcotráfico. Marchemos contra la inseguridad. Marchemos contra el secuestro. Marchemos contra la corrupción. Marchemos por la vida y sigamos marchando.  
Hoy la historia nos convoca a marchar en honor de Noel Kempff y por los sueños Álvaro Escalante. Juro por Dios, juro por mis padres y juro por mi honor que no descansaré mientras viva hasta que haya liberado a mi Patria.


No hay comentarios:

Publicar un comentario