Otro golpe al agro cruceño
Editorial del periódico
El Deber 28 octubre 2012
Con la teatralidad característica de los actos
públicos del Gobierno de Evo Morales Ayma, recientemente se promulgó la llamada
“Ley de la Madre Tierra”, normativa que -aunque espera la reglamentación
correspondiente- ha prohibido todo tipo de cultivo transgénico en el país.
Llama la atención esta nueva restricción, la que ya está provocando justificada
alarma en el sector agropecuario oriental, sector que una vez más recibe otro
gratuito e inesperado golpe del oficialismo, pese a los constantes
esfuerzos del agro para garantizar
mediante su producción la seguridad y soberanía alimentarias del Estado
boliviano, aspectos que esta administración también manipula demagógicamente en
sus discursos, pero -está visto- solo de
boca hacia fuera.
Por otro lado, mientras se habla sin cesar de la
Madre Tierra, he aquí que en las estadísticas mundiales Bolivia aparece como el
principal país deforestador de la cuenca amazónica. En paralelo, la expansión
de los cultivos de coca -con la tolerancia oficial- ha traído consigo otro
ciclo de devastación ecoambiental, el que ya afectó inclusive al territorio del
Tipnis y otros parques naturales. El Gobierno predica, pero lamentablemente no
practica.
Por información al alcance de todos, sabemos que
los alimentos transgénicos son aquellos que incluyen en su composición algún
ingrediente procedente de un gen de otra especie. Gracias a la biotecnología se
pueden transferir genes entre organismos
para dotar al producto final de alguna cualidad especial de la que carecía
anteriormente. Es así como las plantas transgénicas pueden resistir plagas,
aguantar sequías e inclusive soportar la persistencia de algunos herbicidas.
Muchas modalidades de transgénicos están autorizadas, aunque otras tienen
restricciones.
Los transgénicos, desde su nacimiento, han
suscitado mucha polémica. Para los seguidores del grupo Greenpeace, los transgénicos incrementan el
uso de tóxicos en la agricultura y la pérdida de biodiversidad, entre otras
presuntas calamidades. Para los que apoyan a los transgénicos, se trata del
progreso, de la aplicación de la ciencia en la producción agropecuaria, del
logro de mayor calidad optimizando cultivos con variedades más resistentes,
etc. Un reputado bioquímico de fama mundial, el español Francisco García
Olmedo, asegura que “los transgénicos son la mayor innovación en producción de
alimentos que se ha hecho en los últimos 25 años y no ha habido un solo
incidente adverso ni para la salud humana ni para el medioambiente”.
Lo correcto -en todos los casos- es no parar el
proceso tecnológico, pero sí regularlo y controlarlo sin restringirlo
expresamente. Prohibir los transgénicos en Bolivia creará más problemas que
ventajas, máxime si en la realidad en el país ya existe una cuota considerable de transgénicos
en uso cotidiano. Es más, en varias regiones del mundo es común etiquetar los
productos, para que el consumidor sepa a qué atenerse con respecto a un cultivo
transgénico o no transgénico. De ahí a prohibir en forma absoluta hay un enorme
paso.
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